
08 Sep EXPOSICIÓN “LOS JUGUETES DEL EXILIO”
Conmemoración 80 años desembarco del Winnipeg
Congreso Nacional, Hall Pensador de la Cámara de Diputados
Septiembre 2019
Este es un tema netamente político, mostrar la realidad del exilio. Los niños víctimas de este exilio, que llegan a un país que en temas generales lo acoge bien por un tema que se sumaba más bien a un arribismo de ciertos sectores y al aspecto político por otros, por ser europeos. Hay algunos detractores de la llegada previa, por ejemplo una noticia del diario el mercurio evidencia que hay un sector de la sociedad chilena que está en contra de la llegada del Winnipeg, ya que llegará gente preparada, mucho intelectual y profesional y eso conllevará al desplazamiento de la clase trabajadora, y mucho temor desde esa perspectiva. Se tiene registro de la industria juguetera en chile que varios de lo que venían en el Winnipeg están involucrados con la industria, por lo tanto fue un aporte para la sociedad en este sentido, y que no solo vinieron a nutrirse de los bonos estatales.
Y el fenómeno que se muestra en la exposición es la combinación con lo que se encontraba en España que es esta maleta que tiene cosas chilenas y españolas, representando un ícono del exilio chileno español, el relato de un niño que llega a chile con elementos españoles y vuelve a España con objetos chilenos.
Mi nombre es Juan Antonio Santis, nací en Arica en el 64´y me vine tempranamente y románticamente en el último trasatlántico de la ruta del Pacífico a Valparaíso y luego a Santiago. Crecí como todo niño normal con las vicisitudes de la época en los años 70’, la unidad popular y el golpe militar. Crecí con muchos juguetes, ya que mi padre los vendía. En esas épocas lo normal era tener pocos juguetes, pero de buena calidad, se recibía un juguete para el cumpleaños, navidad y nada más, tuve una infancia feliz. Al crecer me dediqué como hobbies al maquetismo plástico donde me incliné a los logros del hiperrealismo, en el armado, transformación, creación. En un momento agarré un soldadito de juguete que tenía y me di cuenta que estéticamente lo que a mí me interesaba era el juguete, lo cual me parecía más atractivo que el hiperrealismo que si podía lograr. Después viene la época de la universidad, donde me desconecté de cierta manera del juguete, y ya en un postgrado en el año 2000, hace no tanto tiempo atrás, para un encargo de la universidad sobre una exposición se me ocurre hacerlo sobre juguetes, pero el profesor pide que debe ser algo de fabricación chilena, fui a Valparaíso a ver si aún estaba en venta un juguete chileno que vi en una feria, un tanque fabricado en Valparaíso de marca Ramón Vásquez Carvajal del cerro Los Placeres, fue una gran alegría encontrarlo y volver a Santiago y el siguiente paso era la biblioteca nacional a buscar sobre este tema y me di cuenta que no existía absolutamente nada. No había ni un artículo, por lo tanto desde ese momento hice el trabajo en base a eso y me propuse como misión de vida recuperar esa parte de nuestra historia industrial y atractiva para mí estéticamente que es el juguete. Recuperar significaba comprar las piezas e ir generando la colección, pero no ser un mero coleccionador de piezas, porque de esos hay muchos. Además comencé a investigar y como no había base ortodoxa de investigación, como una biblioteca, la investigación fue de carácter detectivesca, ósea ir a las fuentes, buscar nombres, colecciones, buscar a los familiares de los fabricantes, para dar cuenta cómo se desarrolla la historia juguetera en chile, cuándo tuvo sus momentos de gloria, uno de ellos fue en el período de la segunda guerra mundial donde a Chile dejan de llegar juguetes de calidad importados porque la hojalata que era el juguete estrella de la época se volvió material estratégico de guerra, entonces muchos empresarios chilenos vieron un nicho comercial, fabricar juguetes de calidad, salir de lo tradicional del juguete de palito, muy sencillo. Si bien se siguieron fabricando juguetes de madera, mejoraron las técnicas. Y en el ámbito de la hojalata, se adaptaron las tecnologías para fabricar juguetes y por un extenso tiempo, más de una década, les fue bastante bien porque la competencia de posguerra fue difícil, los países recién emergían. Los principales productores de juguetes eran los perdedores, ósea Japón y Alemania, costó un poco esa recuperación, entonces la competencia todavía era positiva para el empresario chileno, sin embargo la apertura arancelaria de los años 60’ empieza a decaer, en ese sentido llegaban juguetes asiáticos más baratos que la fabricación chilena, ya que los costos de producción eran altos. Luego viene el periodo de la Unidad Popular donde se nos plantea un bloqueo económico, por lo tanto muchos juguetes dejaron de llegar, es interesante la industria, porque se genera una influencia de la órbita soviética, por ejemplo si bien es una época del juguete plástico y “barato”, hay juguetes que marcan una diferencia por ejemplo un cosmonauta con el traje característico soviético se fabricaba en chile, lo que se destaca a pesar de que el gobierno de la unidad popular ligado a la órbita soviética fue tan corto, se llegó a notar en el juguete, tenemos la revista para recortar “La granja socialista”, estas cosas hablan de nuestra propia historia, después viene el golpe militar, lo cual significa, que hay una apertura al mundo total. Esto significa la muerte de la industria nacional, llegan muchos productos algunos de mejor calidad que otros, y muy baratos. Por lo que la fabricación chilena ya no puede competir y comienza rápidamente a morir toda la industria juguetera chilena. Entonces esto es lo que se pretende con el museo, más que la parte histórica. Reivindicar, rescatar esa parte de nuestro patrimonio que es la industria juguetera en chile, por eso, hablo del juguete industrial y no del artesanal. El museo cuenta con una instrucción de los juguetes incluso precolombinos, artesanal y popular y cómo de eso se llega al juguete industrial., lo cual está absolutamente perdido como toda la arqueología industrial chilena del juguete. Siendo este mi propósito de vida, instalar el museo del juguete chileno, donde obviamente se toma esta introducción sociológica hacia atrás y también un paralelo mundial. El museo óptimo debe contar con una sala de juguetes del mundo para hacer el paralelo, siendo este el propósito un rescate patrimonial. El patrimonio cultural, si lo tratas bien y lo vuelves turístico puede ser una buena inversión. Chile no es un país con visión ni cultural ni turística, ya que al día de hoy no logra asociar el turismo y el patrimonio, un ejemplo es la ciudad de Valparaíso, testimonialmente he conocido a muchos extranjeros que han venido a Valparaíso y cuentan que se han quedado maravillados por el puerto, pero con una enorme caristia de infraestructura turística, ya que no hay una entidad que entregue un relato, contando además con los niveles de inseguridad de la ciudad.
La historia de los juguetes se pueden tomar desde varios puntos de vista, desde el diseño siendo interesante, ya que hay algunas fábricas que trabajan con ingenieros, diseñadores y otros que son muy precarios, pero no por eso es malo sino más ingenuo, volviendo a citar la fábrica de Ramón Vásquez siendo su esposa la creadora de sus diseños, con decoraciones sencillas pero bien atractivas.
El juguete, la globalización, las nuevas tecnologías y la infancia:
Es radical el cambio, la virtualidad, el juguete donde no hay un tacto, ósea no te ensucias ni pinchas, ni cortas. Muy seguro en ese punto de vista, disminuyó riesgos físicos pero aumento riesgos que socialmente afecta, ya que la gente se tiende a volver más aislada y solitaria. Un ejemplo algo caótico: Quedar varados en una isla para las nuevas generaciones sería dramático ya que no hay contacto con el mundo exterior, muy poco conocimiento acerca de plantas, del territorio en general, ya que no lo han experimentado y desde ese punto de vista lo hayo preocupante. El mercado genera la necesidad innecesaria de consumir, por ejemplo el caso Barbie, donde sacan variedades todos los años llegando hasta casos insólitos casi sarcástico como la Barbie con cáncer, obesa hasta con vitíligo. Lo que quiero decir es que el niño es receptor de todo este tipo de información restando su capacidad para imaginar. Cuando yo era chico te podían pasar una caja de fósforos y ahí tenías un mundo, la caja podía ser un barco, camión, tanque o una casa, una infinidad de cosas, uno era capaz de divertirse con cosas muy sencillas, también hay una parte emocional, por ejemplo de pequeño vendían en el té supremo, el cual en la caja traía dibujado en las seis caras, seis samuráis de diferentes tamaños para recortar, para mí recortar los samuráis y pegarlos sobre una base era un placer, preparar mi ejército y luego jugar con él, este tipo de cosas ya no la hacen los niños de ahora, o sea se ha perdido esa capacidad para imaginar y completar el resto, por eso en esta época de los 50’ en adelante, no importa si el juguete no es perfecto, ni realista o que esté mal terminado, esos eran detalles que no tenían importancia, en cambio ahora al niño lo han obligado a que exija calidad, y lo que en el fondo ese producto a los meses o al año ya está obsoleto ese, ya no lo quiere porque ya pasó de moda, etc. En chile somos solo receptores, no creamos nada, y esa es una idea interesante del museo del juguete, a través de talleres aunque sean nichos pequeños, la posibilidad de crear con las antiguas técnicas el juguete chileno. Hace poco estuve en una feria en Milán y vi una revista que era de muebles y cosas de madera, veo un artículo muy interesante sobre una fuerte tendencia en Europa de retorno al juguete tradicional de madera, la razón, la saturación de lo plástico, ahora la connotación de lo plástico es ordinario, en Europa se está produciendo este retorno estético y de atracción que es el juguete de madera y eso a Chile llegará seguramente de forma tardía. El museo del juguete entregaría estas nuevas posibilidades laborales, que en estos momentos no son reales y también generar un contexto, por ejemplo si yo instalo en el centro de Santiago una tienda de juguete de madera voy a quebrar, pero qué pasa si esta tienda la instalo en un contexto como el museo del juguete, sí vendería, ya que contextualiza. Las tiendas de los museos están instaladas estratégicamente, luego del recorrido donde se da esa sensación extraña de querer llevarse algo del museo y compras cualquier cosa. Entonces permite no solamente un rescate patrimonial, sino que también permite generar un modelo de negocio, llevándolo desde el punto de vista del turismo por ejemplo, lo que es bien interesante.